Читать книгу Mueve tu ADN. Recuperar la salud con el movimiento natural онлайн

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Si todas las orcas nadasen en tanques, la forma en la que nadan no sería un factor obvio para el desarrollo del síndrome: «Así es como nadan las orcas, ¿no? –nos diríamos–. Todas las orcas que hemos estudiado nadan exactamente así. No es que no hagan ejercicio. ¿Acaso no usan todas los mismos músculos al nadar? ¿Acaso no nos aseguramos de que naden y se ejerciten entre una y tres horas cada día? Ese factor está cubierto, así que debe de existir alguna otra razón».

Pero, por supuesto, la forma de nadar no es siempre igual: incluso cuando los grupos musculares que se ponen en funcionamiento son los mismos, las fuerzas que se aplican sobre la orca a lo largo de su vida pueden variar enormemente en función de los cambios que se produzcan en la velocidad, en las posiciones habituales con respecto a la gravedad, etc. El resultado físico que experimenta la orca depende de las cargas. Cuando consideramos el movimiento como una serie de cargas, no resulta complicado entender por qué nadar lentamente en círculos en la superficie del agua durante un par de horas al día no es lo mismo que nadar en línea recta, a grandes profundidades y con acelerones ocasionales –es decir, la forma natural de nadar para buscar alimento y para aparearse de las poblaciones salvajes–.


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