Читать книгу La constelación tercermundista. Catolicismo y cultura política en la Argentina 1955-1976 онлайн

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Tenemos que evitar a toda costa, no por mera especulación calculista, sino porque así lo impone nuestra fe cristiana, todo lo que pueda dar la impresión de que, ante el capitalismo, somos o indiferentes o despreocupados. ¿Qué decir de una actitud que pudiera ser o aparecer de simpatía? Debemos ser enemigos declarados del capitalismo, porque “como tal” ha sido y sigue siendo explotador sistemático, sin conciencia moral, calculador, y especulador en busca de mayores ganancias, sin tener en cuenta las injusticias y la miseria contra los obreros. He hablado del capitalismo como sistema, basado en las doctrinas materialistas y liberales económicas. No hay, no puede haber capitalismos cristianos nunca jamás. (Caggiano, 1954: 17)

Sin embargo, esta reflexión de Caggiano señalando la supuesta incompatibilidad entre el catolicismo y el capitalismo encerraba una enorme complejidad. No solo porque en términos teóricos la Doctrina Social de la Iglesia no negaba el derecho a la propiedad privada y advertía al Estado sobre el avasallamiento que significaba enajenar este derecho de las personas, sino también porque históricamente se había ido cerrando esta brecha inicial entre la mentalidad católica y la capitalista. Por último, el mundo de la segunda posguerra provocaría un viraje que reposicionó a la Iglesia al lado del bloque occidental. Allí la presencia hegemónica norteamericana coadyuvó a coaligar las ideas católicas y las recetas económicas neoliberales, no solo en el mundo empresario, sino también en ciertos grupos de las esferas eclesiásticas, sindicales y militares.

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