Читать книгу La constelación tercermundista. Catolicismo y cultura política en la Argentina 1955-1976 онлайн
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De todas maneras, el giro ideológico experimentado por las masas obreras a partir del peronismo era un buen punto de partida para el trabajo de la JOC. No tanto porque la Iglesia tuviera interés en retomar los fallidos y pretéritos proyectos de crear sindicatos confesionales, sino más bien con el fin de formar cristianos capacitados para actuar y dirigirlos, manteniendo su autonomía política.
Tras el derrocamiento del peronismo, emergieron en la publicación jocista voces diversas que, aunque mayoritariamente críticas, estaban en cierta consonancia con la postura del antiperonismo “tolerante”. En el número de septiembre-octubre de 1955 se destacaba el contrapunto entre la carta de Cardijn28 celebrando la “liberación” del país con las reflexiones prudentes de la redacción, las opiniones del padre Ganchegui y las preguntas vertidas por Gera desde Alemania sobre la situación argentina y la nueva etapa en la que entraría necesariamente la Iglesia nacional. En el editorial titulado “Dimensiones de nuestra responsabilidad”, la redacción partía del reconocimiento de la responsabilidad que también le cupo a la Iglesia en el conflicto con el peronismo y que no todas las acusaciones que se le imputaron eran enteramente falsas. Se consideraba que el primer paso que debía dar la Iglesia ante la nueva situación era renunciar a “la pueril convicción de que nosotros hemos vencido”. Más que lamentarse por el incendio de las iglesias, se recomendaba a los cristianos analizar con detenimiento lo acontecido resaltando el lugar que la Iglesia había ocupado al nuclear a toda la oposición al régimen y advirtiendo sobre el odio con que gran parte de las masas seguían mirando a esta. Se decía que no solamente los hombres de la institución habían estado ausentes de las realizaciones sociales sino también que carecían de una verdadera formación religiosa. Una impronta sacramentalista había predominado sobre una mayor presencia evangelizadora en las barriadas más populosas y pobres.29 A su vez, el padre Ganchegui (1955: 5-17) desalentaba las conclusiones optimistas, ya que desde su visión la Iglesia estaba sola, pues sus aliados liberales pretendían, tras el derrocamiento de Perón, aislarla, retomar el laicismo y arrogarse los méritos de una lucha en la que no fueron los máximos protagonistas. Pero también estaba separada de las clases trabajadoras que más que nunca la miraban con desdén a causa de su responsabilidad en la caída de Perón. Esta situación solo podría remontarse con una presencia sacerdotal activa en el medio obrero, multiplicando los núcleos y las secciones de la JOC.