Читать книгу El joven Pierre Vilar, 1924-1939. Las lecciones de historia онлайн
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LAS PRIMERAS IMPRESIONES
Pierre Vilar emprendió el primer viaje en solitario a París el 30 de septiembre de 1924. Sabemos, por los detalles de la carta que envió a la tía y a la hermana, que las dos mujeres le habían acompañado a la estación, y que en aquel viaje, de hecho, no llegó nunca a estar solo. En el momento de tomar el tren, el joven Vilar se encontró con los dos hermanos Bacave: el más joven, Roger, también iba al lycée Louis-le-Grand. El viaje lo hizo en compañía de otros tres jóvenes que subieron en Béziers; también viajaba en el mismo compartimento un joven profesor de Historia Natural que preparaba la Agregación, y en el curso del viaje se incorporó un maestro muy joven. Durante el trayecto tuvo lugar una conversación «filosófica». Vilar no escribió filosófica entre comillas, pero a continuación del adjetivo puso tres puntos de admiración. La conversación había surgido a partir del libro de ciencias que el profesor de Historia Natural estaba leyendo. Uno de los jóvenes estudiantes, a quien Vilar tilda de materialista convencido, porque «parecía haber leído todos los libros sobre el origen de las especies», pidió la opinión del futuro agregado de ciencias naturales sobre todo tipo de cuestiones de ontología, para declarar, finalmente, estar muy orgulloso de compartirlas. La intervención del maestro convirtió aquella discusión en un debate entre «espiritualistas y materialistas» o, siempre según Vilar, entre primarios (maestros de escuela) y secundarios (profesores de secundaria), que se alargó cuatro o cinco horas; él no se mezcló en la conversación porque, escribe a sus corresponsales, la encontró «un poco infantil». El estudiante materialista, al saber que algunos de los jóvenes, como él, se estrenaban en sus respectivos institutos, los tranquilizó. El viaje también merece a Vilar una constatación de tipo sociológico: todos eran hijos de maestros de primaria o profesores de secundaria. Después de Lyon los pasajeros habían intentado dormir. Él solo consiguió dar pequeñas cabezadas, pero suficientes para reposar y llegar a la estación con suficiente energía para ir a buscar la maleta y emprender el camino hacia la calle Saint-Jacques.