Читать книгу Los parados. Cómo viven, qué piensan, por qué no protestan онлайн

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Es un hombre de 59 años que comenzó a trabajar a los 15 tras hacer los dos primeros cursos del antiguo bachillerato elemental. A lo largo de toda su vida sólo había conocido el paro durante periodos breves, hasta que a los 54 perdió su último empleo de camionero asalariado. Afirma con absoluta convicción llevar cinco años en paro. Sin embargo, durante el mes de agosto anterior (la entrevista tuvo lugar a primeros de octubre de 2012) firmó un contrato de veintidós días con el Ayuntamiento de su pueblo para sustituir al cartero titular durante sus vacaciones. Por otra parte, en un momento determinado reconoce sin reservas que de vez en cuando redondea el subsidio asistencial de 426 euros (que viene percibiendo todos los meses, salvo aquel agosto, desde que agotó la prestación) con alguna que otra actividad no declarada (y difícilmente regularizable) como guiar senderistas los sábados por 50 euros o restaurar fotografías antiguas de particulares. ¿Es esto trabajo negro, falso paro? En todo caso, paro él no es un auténtico trabajo, ni siquiera el de cartero; pequeña alegría económica al margen, sólo una forma de distraerse. Por eso dice que está en paro desde hace cinco años y cada vez más convencido de que no volverá a trabajar. Vuelve a ponerse de manifiesto la necesidad de utilizar un concepto de paro distinto de los oficiales, y la dificultad de distinguir entre la experiencia de paro y la de trabajo precario.


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