Читать книгу Los parados. Cómo viven, qué piensan, por qué no protestan онлайн

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Hombre, lo tiene que haber [trabajo negro y falso paro]. A fin de cuentas estamos en el país de la picaresca. Y es normal que cuando te dan 400 euros de paro nada más, pues necesites sacar dinero por otro lado para mantener a tu familia. Viendo las cantidades en negro que se lavan desde arriba, que un parado tenga un trabajillo extra de 500 euros al mes no me parece un delito. […] Qué se le va a hacer […]. Si mientras encuentran una solución a su situación están haciendo eso, pues tampoco me parece mal. Quiero decirte que la culpa del trabajo en negro siempre la ha tenido el empresario, no el trabajador. El trabajador tiene su parte de culpa […] pero sobre todo el empresario, que de primeras prefiere sin contrato, y la gente en situación de desesperación coge lo que le ofrezcan. [AGA-8]

Combinar la ayuda por desempleo con ingresos derivados de algún tipo de actividad no es un fenómeno nuevo. Ya en Marienthal, durante la Gran Depresión, todo el mundo sabía que sólo de los subsidios era imposible vivir, y procuraba completarlos mediante estrategias variopintas: agricultura de autoconsumo, pesca y caza furtivas, búsqueda de carbón en la vía del tren… Pero en general las actividades ocasionales estaban reservadas implícitamente para quienes no percibían ayuda, bien por solidaridad, bien porque cualquier tipo de trabajo llevaba consigo el riesgo de perderla. Y según pasaba el tiempo y la situación se deterioraba las denuncias anónimas crecieron considerablemente, en particular las injustificadas. Quienes estudiaron aquella comunidad señalan: «Un trabajo ocasional no declarado puede ser objeto de la apertura de un expediente por parte de la comisión industrial del barrio. He aquí algunos casos típicos que han supuesto la supresión de los subsidios: un obrero que ha ayudado a cortar árboles a cambio de una cierta cantidad de madera para la calefacción; una mujer que vende leche y que se ha quedado con una parte para sus hijos; un hombre que ha ganado algo de dinero tocando la armónica» [Lazarsfeld y otros, op. cit.: 62]. No se sabe quiénes eran los denunciantes, pero puede suponerse que estaban absolutamente en paro y no percibían ayuda, y que con sus denuncias pretendían eliminar competidores en la búsqueda desesperada de ingresos alternativos, tanto al empleo «de verdad» como al subsidio.


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