Читать книгу La amistad argumentada. Teoría y práctica aristotélica онлайн
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También la historia registra otros casos tipificados que pasan de un tipo de amor a otro, pero consagrados finalmente en la amistad, casos que por diversos motivos metamorfosearon eros en philía: San Jerónimo y Santa Paula (en su causa religiosa para la dirección de las almas); San Francisco y Santa Clara de Asís (en su fiel vida evangélica); y Pedro Abelardo y Eloísa (en su apasionado amor que se trocó en impedido pero racionalizado). No tenemos iguales noticias de todos estos casos, pero sabemos que entre dichos intelectuales hubo tal nexo entre sí que representan para nuestro tema modelos paradigmáticos de amistad perfecta, tan finamente descrita y tratada aquí por Aristóteles, el primer teórico pionero en el tema.
En síntesis, nuestra apuesta por la amistad se abre paso como un recurso siempre perenne que no podemos echar por tierra o dejar de lado sino en detrimento de lo humano. Nuestro tiempo nos pide a gritos las verdaderas virtudes, pues es una época que vivimos tan llena de penurias, de virus amenazantes, de propagación de enfermedades externas (tanto sociales como corporales) e internas de la mente humana (enajenación, ludopatías, crisis emocionales, etc.), enfermedades del cuerpo y del espíritu que se potencian cuando se presentan juntas, y que se dejan sentir en prácticas que coartan las posibilidades efectivas de las buenas acciones. Necesitamos un apoyo sincero y personal que es producto de nuestra libertad, que vaya más allá de la conectividad de nuestras redes sociales o de las terapias especializadas; un recurso que además del amor o complementario a él, nos permita acompasar nuestros pasos por la vida y no refugiarse en un amiguismo ramplón y permisivo de bajezas, sino en nexos anclados en valores verdaderos y tendientes de plenitud, justo como nos los proporciona la virtud de la amistad.