Читать книгу De mujeres y partos. Matronas y cambio social en la segunda mitad del siglo XX онлайн

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También durante la segunda ola del movimiento feminista hubo elaboraciones teóricas que se adscribieron a la diferencia. Nos referimos a los inicios del feminismo cultural y sus derivaciones, así como los ecofeminismos que empezaron con la afirmación de que las mujeres son diferentes y hay que reconocer y visibilizar esas diferencias. También desde estas corrientes se indaga sobre las identidades, produciéndose notables avances en torno a la feminidad. Esta línea se adscribe a la esencia femenina y tiene su razón de ser en la experiencia del cuerpo vivido y en la maternidad.

Será a partir de las líneas iniciadoras de lo que se ha dado en llamar tercera ola, donde tanto el estructuralismo como el postestructuralismo o postmodernismo, incorporaron una idea que viene a cambiar sustancialmente sus planteamientos: ni las mujeres ni los hombres son iguales entre ellos. Estas diferencias, como venimos insistiendo a lo largo de este texto, vienen determinadas por la etnia, por la clase social, por la cultura y el país al que pertenecen o por la orientación sexual que han decidido tomar en sus vidas. Se supera la idea de diferencia y se toma como referencia la diversidad, concepto que plantea menos divergencias, ya que es perfectamente asumible que reconocer la diversidad de las mujeres –y de todas las personas– no impide hablar de igualdad. Para poder recuperar la identidad femenina proponen señalar y mantener los rasgos diferentes para las mujeres, lo que les proporcionará un lugar simbólico para poder superar la primacía masculina. La principal referencia dentro del ámbito de nuestro país del feminismo de la igualdad es Celia Amorós, que no puede compartir la idea de ese orden simbólico porque es asimétrico y es producto de una jerarquía de poder: “...las mujeres tendríamos que encontrarnos en una situación de equipotencia con respecto a los varones para instituir esa simbólica [ese orden simbólico] propia sin connotaciones de inferioridad y subordinación, lo cual implica el logro de la igualdad (Amorós, 1998)” (Velasco, 2009, p. 85).


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