Читать книгу Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición онлайн

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A partir de ese momento, Triunfo, tan comprometido hasta entonces con la movilización social y con su objetivo de tumbar las instituciones franquistas y liderar un proceso democrático, se quedó sin proyecto político y asumió la tarea de vigilar el sincero espíritu democrático del gobierno de Adolfo Suárez,ssss1 de criticar la deriva eurocomunista del PCEssss1 y de advertir del peligro de la ultraderecha.ssss1 A lo largo de ese segundo semestre de 1977, la situación no debió de ser fácil en la redacción de Triunfo. Urgía redefinir una línea editorial que diera coherencia a una cierta continuidad ideológica con las propuestas de izquierda defendidas hasta entonces y, al mismo tiempo, diera respuesta a las cuestiones abiertas por la nueva situación política. Las divergencias ideológicas dentro de la redacción entre Eduardo Haro Tecglen, muy crítico con el pragmatismo del PCE, y Nicolás Sartorius, leal a las posiciones oficiales del partido, empezaron a ser insalvables.

Por si fuera poco, la situación empresarial de Triunfo venía siendo dramática desde meses atrás. Fragilidad empresarial y turbulencias ideológicas no eran la mejor combinación para salvar un proyecto editorial, incluso de la trayectoria y renombre de Triunfo. Si en el tardofranquismo los lectores más exigentes se habían refugiado en las revistas de información general de mayor carga cultural y política como Triunfo y Cuadernos para el Diálogo, con la llegada de la democracia esos mismos lectores encontraron en la nueva prensa diaria, democrática, de calidad y mucho más influyente un espacio de información y deliberación acorde con los nuevos tiempos. Las viejas revistas de larga trayectoria antifranquista ya no resultaban ni tan atractivas ni tan funcionales en tiempos de democracia emergente. Al mismo tiempo, el aumento de las tensiones entre los distintos sectores de la izquierda era una «señal de que la progresía, fuertemente unida hasta entonces, se deshacía», como había advertido Pedro Altares al Consejo de Administración de Edicusa en junio de 1975.ssss1

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