Читать книгу Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición онлайн

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Tampoco Cuadernos para el Diálogo lograba remontar las dificultades económicas, que habían conducido al semanario a una situación crítica y hacían casi imposible su continuidad. Cada número semanal costaba entre tres y cinco millones de pesetas, con unas pérdidas que llegaron a los dos millones, con una redacción y plantilla que, en el último número, sumaban un director, dieciocho redactores, cinco administradores y más de ochenta colaboradores. En julio de 1976, Altares ya había explicado ante la Junta de Accionistas aquel «proceso lento, pero inexorable» que llevaba a la revista a perder lectores como resultado, apuntaba, de «la pérdida del papel protagonista que hasta entonces habíamos tenido como revista política de carácter democrático».ssss1

En su caso, la vinculación directa al PSOE sí se contempló como una tabla de salvación y así, en el verano de 1977, Altares solicitó ayuda financiera a la socialdemocracia alemana a través de la Fundación Ebert (la misma que unos años después se convertiría en el centro de una intensa polémica sobre la financiación ilegal del partido). Envió para ello un informe en el que explicitaba las relaciones personales e ideológicas de la revista con el PSOE: «A lo largo de estos casi dos años últimos de periodicidad semanal, Cuadernos para el Diálogo ha logrado acreditar una imagen muy concreta de revista política de información y opinión cuya orientación ideológica es netamente socialista y próxima a las posiciones que mantiene el PSOE, aunque, como es evidente, defienda y sostenga su carácter independiente y pluralista».ssss1

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