Читать книгу Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición онлайн

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La deriva ideológica y estratégica del PCE, que había condicionado la fractura en Triunfo, influía ahora tanto en la línea editorial como en la agenda de La Calle y, con toda seguridad, en la cohesión del propio equipo de redacción. En el citado IX Congreso de abril de 1978, el PSUC, partido hermano en Cataluña, votó en contra del eurocomunismo y ello acabó abriendo una primera grieta entre los periodistas de La Calle afiliados al PCE y los afiliados al PSUC, como Manuel Vázquez Montalbán y Julia Luzán. Tras su legalización en 1977, el PCE había puesto de manifiesto su plural y a veces contradictoria composición interna, que incluía militantes prosoviéticos, activistas y una masa de afiliados que habían entrado en el partido no por firmes convicciones comunistas, sino por tratarse del partido más comprometido en la lucha antifranquista. Una vez caída la dictadura y cuando los resultados obtenidos en las elecciones de 1977 quedaron muy por debajo de las expectativas, esta pluralidad se tradujo en profundos conflictos políticos, ideológicos y de poder (Andrade Blanco, 2010: 439). Al final, las fricciones acabaron por traspasar la redacción y llegaron a los propios lectores. El 20 de enero de 1981, La Vanguardia anunciaba la querella de dos militantes de CC. OO. de Barcelona contra La Calle en la que acusaban al director, César Alonso de los Ríos, y al subdirector, Carlos Elordi, de tergiversar interesadamente la información en contra del PSUC.

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