Читать книгу Pisagua, 1948. Anticomunismo y militarización política en Chile онлайн
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transformar el movimiento ayudista en un poderoso instrumento de lucha por la restauración democrática123
Estos mismos principios habían guiado la lucha contra la dictadura del General Ibáñez en 1927 e imprimieron el sello al Comité, permitiendo la colaboración con los comunistas en clandestinidad. Fue esta lucha, también, la que, según Rolando Álvarez, habría consolidado el compromiso doctrinario de los comunistas con la democracia.
El Comité se abocó apasionadamente a defender a los perseguidos, iniciando una cruzada nacional por la libertad. Parte de esa tarea fue la realización de asambleas públicas en la FECH para el estudio de las leyes de excepción, actividad en la que participaron profesores universitarios, estudiantes, obreros, empleados, escritores y dirigentes de partidos y sindicatos, concluyendo (el 23 de octubre de 1949) que tales normas vulneraban los derechos, siendo «contrarias a las tradiciones democráticas de la nación e infringen los principios contenidos en la Declaración de los Derechos del Hombre de la Organización de las NU, suscrita por el gobierno [acordando] constituir un Comité Nacional encargado de trabajar por la derogación de las leyes denominadas de DPD y de las facultades extraordinarias»125. Eje de su lucha fue la derogación de dicha ley, denunciada como destinada a paralizar todo cambio social, siendo desconocedora de los derechos y libertades de las personas. El radical doctrinario Orlando Budnevich sostuvo: «Esta maldita ley hace desaparecer la libertad pública, como también la de expresar la opinión de palabra o por escrito […] Suprime, asimismo, el derecho a reunión, porque generalmente en cada una de ellas hay un agente de Investigaciones que lleva el soplo a sus patrones […] Esta ley también prohíbe el derecho o facultad para luchar por formas superiores de organización social. Es delito luchar por cambiar la fisonomía política del actual régimen. Priva también del derecho de solicitar o luchar por reivindicaciones económicas. Hacerlo es colocarse el sambenito del comunismo. El que lo hace es un rebelde en potencia, un revolucionario, un paria, en resumen, todo, absolutamente todo lo que da vida […] queda sometido al imperio de los legisladores»126.