Читать книгу Pisagua, 1948. Anticomunismo y militarización política en Chile онлайн
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En este caso utilizamos el término resistencia para referirnos a aquellos que rechazaron en su totalidad las políticas de represión física (arrestos, relegaciones, torturas, internación en el Campo de Pisagua) como las leyes que suspendían los derechos y libertades garantizados constitucionalmente (facultades extraordinarias, Zonas de Emergencia, Ley de Defensa Permanente de la Democracia) y que se movilizaron en su contra, por su derogación. Es decir, resistencias activas. A nuestro entender es posible hablar de resistencia toda vez que hubo expulsión de un sector político, en el marco de la suspensión de los derechos constitucionales, pretendidamente legitimados en los estados de excepción. Sus militantes debieron pasar a la clandestinidad –un punto clave–, salvo sus parlamentarios, a excepción del senador Pablo Neruda, acusado de injurias al Presidente de la República, por lo que fue perseguido, debiendo huir del país. Entre quienes resistieron incluimos al Partido Comunista y agrupaciones como el Comité de Solidaridad y Libertades Públicas, al que ya hicimos alusión, y el Movimiento por la Paz, ambos de carácter pluriideológico. Asimismo, distintos tipos de resistencia, tanto la abierta como la clandestina, toda vez que, en el caso analizado, subsistió parte de la institucionalidad, ya que los partidos siguieron existiendo –salvo el Comunista que pasó a la clandestinidad–, el Congreso no fue clausurado y mantuvo una importante cuota de autonomía, y las orgánicas sociales fueron perseguidas, pero no cerradas, como la prensa, la cual solo pudo ser censurada. Todo esto permitió cierta oposición abierta, pública, para aquellos que todavía podían utilizar esas instituciones. Aunque fuera de la institucionalidad, hubo también una resistencia abierta de los propios recluidos en Pisagua. Expulsado del sistema político, el Partido Comunista, ilegalizado, resistió desde la clandestinidad.