Читать книгу Pisagua, 1948. Anticomunismo y militarización política en Chile онлайн
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La posibilidad de este tipo de resistencia se relacionó con la subsistencia del Congreso y los partidos, que permitieron acceso al campo y comunicación con los allí recluidos, de modo que las resistencias actuaban coordinadamente. Por ello, la fuerza de la demanda por cerrar Pisagua, deslegitimar las leyes represivas y la urgencia de su derogación provenían de ese carácter del régimen contra el cual se luchaba. Este manifiesto al pueblo de Chile formaba parte de la resistencia que oponía relatos alternativos a los del gobierno, desmintiendo sus afirmaciones e impidiendo su monopolio informativo y el manejo de la opinión pública que ello le posibilitaba.
Parte de esa contienda fue la decisión de los recluidos de declararse en huelga de hambre, tal como lo anunció el Gobernador de Pisagua al Intendente: «Doy cuenta a US. que ayer siete horas ciudadanos trasladados a esta localidad declaráronse (sic) en huelga de hambre. Prácticamente no reviste tal carácter, sino han resuelto no recibir rancho fiscal […] Se sabe extraoficialmente que esta determinación tiene carácter indefinido»170. Esta decisión respondió a la aprobación parlamentaria de las cuartas facultades extraordinarias solicitadas por el Presidente de la República, las cuales le permitían seguir manteniendo el Campo de Pisagua, las prisiones y la suspensión de los derechos constitucionales: «Estos y otros hechos que denunciamos a la opinión pública del país, han determinado que hayamos adoptado la gravísima resolución de ir a una HUELGA DE HAMBRE (sic) a contar del 21 de noviembre de este año, como única arma de que disponemos para defender la poca vida que nos queda […] y protestar por el nuevo período de opresión que vivirá nuestra patria. Con ello ponemos en peligro nuestras vidas, pero lo hacemos con firmeza y decisión, teniendo conciencia de que es preferible la muerte de una vez a la muerte lenta y dolorosa a que estamos sometidos y porque, al mismo tiempo, sabemos que luchamos por la restauración de la democracia chilena»171. Estas expresiones aludían no solo al tema de la alimentación, el agua y las malas condiciones existentes en el lugar, sino a los muchos enfermos en Pisagua y los muertos: Félix Morales, Ángel Veas, Isaías Fuentes, exgobernador de Coronel, José Bello Oliva, exgobernador de San Vicente, sacado agónico del Campo y fallecido en Rancagua. Según el teniente Coronel de Carabineros, Octavio Allende, solo siete de los 312 recluidos en Pisagua, en noviembre de 1948, no se sumaron a la huelga de hambre. Tras una semana, la huelga fue depuesta momentáneamente, cuando recibieron una comunicación telegráfica de los parlamentarios comunistas en Santiago, en la cual también se les señalaba que se gestionaba su libertad.