Читать книгу Vergel de perfectísimas flores. El convento de Corpus Christi de Carcaixent онлайн

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Claro que si de cofradías se trataba, existían también las de san Raimundo de Peñafort, a menudo albergadas en establecimientos religiosos dominicanos desde la canonización del susodicho a comienzos de la centuria.37 De la valenciana, sita en el convento de Predicadores, fue su prior el mismísimo padre Agramunt. Él personalmente se encargaría de dar a la imprenta de Jaime de Bordazar en 1702 las Constituciones de la hermandad de San Raymundo de Peñafort. Ni más ni menos que veinticinco ordenaciones dirigidas a tal confraternidad, a propósito de la cantidad y calidad de sus miembros, caja de depósito, aniversarios y rezos, etcétera.

Tan importante como estas devociones fue para fray José la preservación de la memoria dominicana, sobre la que hacía tiempo venían insistiendo las autoridades de la Orden.38 No en vano, los frailes de Valencia contaban con una tradición secular en el cultivo de la historia blanquinegra local.39 De hecho, el padre Francisco Diago40 podría considerarse el precursor de la escuela historiográfica consolidada entre los muros del convento de Predicadores durante el Siglo de las Luces bajo la influencia de fray Jacinto Segura y su Norte Crítico, introductores –junto a otros escritores y obras– del criticismo histórico en el levante peninsular.41 Los padres José Teixidor, Luis Galiana y Bartolomé Ribelles seguirían esta estela durante las siguientes generaciones.42 Y antes que ellos, en pleno tardobarroco, nuestro autor.43 Primeramente con sus vidas de santos, beatos y otros venerables hermanos de hábito, muy en boga todavía el género hagiográfico.44


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