Читать книгу Vergel de perfectísimas flores. El convento de Corpus Christi de Carcaixent онлайн

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Remedio fue no corto a la villa de Carcaxente sor Inés, destilando medicina sus oraciones, rendidos los braços para cubrirla de las severidades del Cielo. Clamaron a las puertas de la divina justicia los pecados de dicha villa, que no eran pocos y muchos escandalosos; y determinó Dios aterrarla con el amago y corregirla con el castigo. Tuvo de ello revelación la venerable madre y comunicando con su hermano le dixo: Ha que Dios está muy enojado con los vezinos de Carcaxente por sus gravíssimos pecados y temo les ha de embiar un gran castigo.39

Por eso escribió sor Inés al jesuita Juan Bautista Catalá –además de confesor, auténtico maestro de las misiones populares– para que predicara la salvación a los vecinos de Carcaixent en aras de su conversión.40 Demasiado tarde, puesto que la ira divina se le adelantaría en forma de tempestad, según la versión oficial de los hechos:

Un negro nubarrón se cernió sobre todo el pueblo de Carcagente y su campiña llevando el espanto y terror a los ánimos de todos y seguidamente, como de improviso, cayeron de las nubes rayos, piedras y una lluvia torrencial, aumentando el pánico de los vecinos el horrísono y no interrumpido estampido de la tronada más importante que allí se había conocido. Tanta era la furia con que el Cielo parecía venirse abajo que muchos creyeron que había llegado la hora suprema de ser aniquilado aquel pueblo.41


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