Читать книгу La conquista de la identidad. México y España, 1521-1910 онлайн

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La nobleza peninsular tampoco se dio por aludida por la gesta cortesiana, no le competía y no le incentivaba celebrar unas guerras, las del Nuevo Mundo, en las que no participó. Se configuraba así otro espacio más –además del cortesano– de silencio intencional sobre el hecho fundacional de los reinos más grandes de la monarquía católica.

Ya sea en palacios reales o nobiliarios, en catedrales o en iglesias, en todos los salones de batallas españoles se recreó y se reforzó la memoria de la monarquía católica y de sus aliados, y se mostraron las batallas que dieron rostro a quien las encargó, en este caso el monarca, la iglesia o la nobleza. La ausencia de exaltación bélica americana de la nobleza castellana es obvia por no haber participado de estos hechos históricos, la de la Iglesia es igualmente lógica pues solo exaltó batallas contra infieles o herejes, y en América no hubo en su conquista ni lo uno ni lo otro; pero desconcierta en principio la ausencia indiana en la retórica bélica de la monarquía, pues fue la principal beneficiaria de estas guerras.6 Los motivos que llevaron a esta total invisibilización militar de las jornadas novohispanas y peruanas van quedando claros.

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