Читать книгу La conquista de la identidad. México y España, 1521-1910 онлайн
33 страница из 56
Antes de respondernos hagamos un pequeño alto en la minoría de edad de Carlos. Situémonos en la regencia del viejo franciscano, el cardenal Cisneros. En aquellos años, poco antes de la caída de Tenochtitlan, la catedral toledana se transformó también en un singular “salón de batallas”, en el que, en congruencia con el hábito silenciador de lo americano que se desarrollará en un futuro, no se relató en absoluto las tomas de la Española o de la Fernandina acontecidas veinte años atrás en el recién descubierto Caribe. Por el contrario, Rodrigo Alemán pintó allí la toma de Granada, símbolo por excelencia del triunfo del cristianismo sobre la fe mahometana. Más tarde, en 1514, en la capilla mozárabe del templo, Juan de Borgoña exaltó magistralmente al regente mendicante en su exitosa campaña anfibia contra Orán. Es decir, ambas obras reflejaban las guerras contra el infiel en cumplimiento de los deseos de Isabel de Trastámara. Podríamos esgrimir que las guerras americanas están ausentes de las pinturas de la seu castellana por haberse encargado antes de tenerse noticias de las hazañas en Anáhuac, pero tras conocerse estas ¿qué escenas de guerra para exaltación de la monarquía encargó Carlos en su calidad de monarca beneficiario del sometimiento a su soberanía de las civilizaciones mesoamericanas? Veamos.