Читать книгу Acercamiento a una arquitectura sensible онлайн

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Básicamente, el arraigo comienza con el propio cuerpo, algo que a menudo se pasa por alto en la tradición europea, preocupado por la razón y la mente. Los aztecas se establecieron en el cuerpo con un régimen de ejercicios diarios, algo parecido al yoga (hemos recuperado figuras de las diversas posturas, algunas de las cuales son sorprendentemente similares a las posturas de yoga, como la posición de loto). A continuación, debemos estar enraizados en nuestra psique. El objetivo era lograr una especie de equilibrio entre nuestro «corazón», la sede de nuestro deseo y nuestra «cara», la sede del juicio. Las virtudes del carácter hicieron posible este equilibrio. En un tercer nivel, uno encontró arraigo en la comunidad, jugando un papel social. Estas expectativas sociales nos conectan entre sí y permiten que la comunidad funcione. Cuando lo piensas, la mayoría de las obligaciones son el resultado de estos roles. Hoy tratamos de ser buenos mecánicos, abogados, empresarios, activistas políticos, padres, madres, etc. Para los aztecas, tales roles estaban conectados a un calendario de festivales, con matices de negación y excesos similares a la Cuaresma y el Mardi Gras. Estos ritos eran una forma de educación moral, entrenamiento o habituación de las personas a las virtudes necesarias para llevar una vida arraigada. Finalmente, uno fue buscar el arraigo en teotl, el ser divino y único de la existencia. Los aztecas creían que «Dios» era simplemente la naturaleza, una entidad de ambos géneros cuya presencia se manifestaba en diferentes formas. El arraigo en teotl se logró principalmente de forma oblicua, a través de los tres niveles anteriores. Pero algunas actividades selectas, como la composición de la poesía filosófica, ofrecieron una conexión más directa. Una vida llevada de esta manera armonizaría cuerpo, mente, propósito social y maravilla en la naturaleza. Una vida así, para los aztecas, equivalía a una especie de baile cuidadoso, que tenía en cuenta el terreno traicionero de la tierra resbaladiza, y en el que el placer era poco más que un rasgo incidental. Esta visión representa un gran alivio para la idea de felicidad de los griegos, donde la razón y el placer son intrínsecos al mejor desempeño de nuestra vida en el escenario mundial. La filosofía azteca nos alienta a cuestionar esta sabiduría «occidental» recibida sobre la buena vida, y a considerar seriamente la idea sería que hacer algo que vale la pena es más importante que disfrutarlossss1.


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