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Asistió a la única escuela pública que había en Brooklyn, adonde se habían mudado los padres en busca de trabajo en 1823. Estas escuelas públicas la gente las consideraba de la beneficencia y, sobre todo en Brooklyn, imprimían un estigma social bastante acusado en los niños. Estudiaban la Biblia, gramática, ortografía, redacción, léxico, aritmética y geografía, todo en un ambiente de disciplina casi militar en el que los profesores pedían a sus alumnos que simplemente memorizaran las lecciones. En cualquier caso, a los once años abandonó el colegio para ponerse a trabajar como chico de los recados para dos abogados de prestigio, James B. Clark y su hijo Edward, en Fulton Street, Brooklyn. Este temprano inicio en la vida laboral fue la consecuencia de los cambios que se dieron en la construcción y al cambio paulatino a una economía capitalista, alejada del modelo agrario jeffersoniano, a nada de lo cual el padre supo adaptarse. Para bien o para mal, el joven Whitman tuvo que enfrentarse desde muy joven a cuestiones de clase y políticas, que además de imprimir un sesgo socialista, dentro de unos límites, a su manera de ver la vida, le sirvió más tarde en su trabajo como periodista. Por fortuna los Clark, en concreto el hijo, le siguió dando clases de redacción y le regaló una suscripción a una biblioteca en la cual el poeta leyó Las mil y una noches o Robinsón Crusoe. Así, si la educación formal había acabado a los once años, la informal comenzó a esa edad y se unió a eso que llamamos enseñanzas de la vida. No duró mucho en ese trabajo, un año escaso, y luego de estar trabajando para un médico también en Brooklyn, logró que Samuel E. Clements lo contratara para trabajar en su imprenta. Clements era también el editor de Long Island Patriot. Aquí inicia su carrera como impresor y como periodista, pues ambas cosas fue. Sin duda, el trabajo de linotipista le obligó a escribir sin faltas de ortografía; la compañía de Clements enseñó a escribir sobre políticos locales y otra gente. Whitman no fue el primero en aprender su oficio de escritor en una imprenta y en una redacción de periódico. Ya antes que él, Benjamin Franklin había pasado por lo mismo, y después vendrían Mark Twain, William Dean Howells o Theodore Dreiser. Cabe poca duda de que el interés que Whitman mostró toda su vida por la composición de las páginas y por la estricta supervisión de sus libros de poesía tienen su origen en estos años en que fue impresor, que le inculca, en concreto, William Hartshorne, otro impresor con quien estuvo después de trabajar con Clements y antes de hacerlo en el Long Island Star. Este periódico era de orientación conservadora, algo que a Whitman no pareció importarle mucho en ese momento, a pesar de sus ideas socialistas, pues lo que verdaderamente le importaba entonces era aprender el oficio.

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