Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

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Tenía el cabello largo, una melena castaña con reflejos dorados y toques cobrizos que me llegaba a la altura del pecho.

—¿Puede venir una amiga peluquera a cortármelo?

—Claro. Además, podrás recibirla en tu nueva habitación, porque te vamos a trasladar esta misma tarde.

Mi segunda burbuja me pareció una mansión en comparación con la primera. Era una estancia de dimensiones considerables en la que podría dar pequeños paseos de más de dos zancadas seguidas. Tenía dos camas individuales, una para mí y otra para que mi acompañante pudiera dormir en mejores condiciones. Entre ambas, una butaca marrón y enfrente, un gran escritorio en el que trazar mi diario de bitácora.

Miré a Cris agradecida y a mi madre emocionada al comprobar que aquellas cosas tan simples se habían convertido en apenas unos días en adquisiciones lujosas capaces de hacer más agradable mi ingreso. No podía parar de sonreír y crucé animada la habitación hasta el ventanal, que, a pesar de estar sellado, daba a la calle. Me asomé casi con urgencia para observar la vida más allá de las rutinas del hospital. Pero solo alcancé a ver gente con prisa, una marea de pasos apresurados corriendo de un lado para otro sin mirar alrededor. Una autentica vorágine de celeridad que no llevaba a ninguna parte. A través de la ventana indiscreta de la sexta planta del hospital era capaz de percibir la ansiedad y estrés que acarreaban aquellas carreras a contrarreloj.

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