Читать книгу ESPACIOS. Para la Innovación, la Creatividad y la Cultura онлайн
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En Occidente, en los períodos previos a la conformación de las políticas culturales modernas, el espacio que propiciaba la creación, el pensamiento y la interacción social tomó la forma del ágora en la Grecia clásica, la Academia platónica, el Liceo aristotélico o los Ateneos romanos. La característica común de estos espacios es que se basaban en la interacción entre eruditos, ofreciendo además en muchos casos residencia y mantenimiento financiero a quienes se dedicaban a la creación y el pensamiento. Otro tipo de espacios fundacionales, como la Biblioteca o el Museo de Alejandría, no sólo servían a la interacción de los sabios, sino que conformaban infraestructuras que concentraban un gran volumen de activos culturales, actuando de elementos básicos en la transmisión del conocimiento y la conservación de la tradición cultural. Los teatros o los circos servían a la difusión a públicos más amplios de las artes escénicas y otros rituales sociales, festivos o deportivos.
La Edad Media supuso la concentración de todas estas funcionalidades sobre el eje de la Iglesia. Los conventos, con sus privilegiadas bibliotecas, y las iglesias, decoradas con pinturas y tallas de los mejores artistas, servían como soporte para la creación y difusión de las artes con la intencionalidad explícita de difundir la palabra de Dios.