Читать книгу La escritura de la memoria. De los positivismos a los postmodernismos онлайн

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Las clásicas polarizaciones de la historiografía decimonónica perdieron toda su eficacia. Los historiadores intentaron crear, con el cambio de siglo, una metodología más flexible. Con ello pretendían superar el maniqueísmo decimonónico, que distinguía entre historiadores profesionales y amateurs; entre románticos y empiristas; entre idealistas y positivistas; entre generalistas y especialistas. Las nuevas corrientes primaban un tipo de historiador que fuera capaz de aglutinar todas estas categorías, aunque ello fuera a costa de entablar un decidido diálogo con las restantes ciencias sociales, como sucedió en Francia con la sociología.

Al mismo tiempo, el patriotismo de los historiadores decimonónicos había puesto seriamente en duda la objetividad de la disciplina histórica. Las escuelas nacionales tenían un peso enorme en el devenir de la ciencia histórica. La escuela rankiana contribuyó decisivamente a la implantación de la historia como disciplina científica, pero no pudo detener su progresiva tendencia a la instrumentalización política y nacionalista de la historia. Como consecuencia, la generación de los historiadores prusianos anterior y posterior a 1870 –Droysen, Mommsen, Treitschke, Sybel– se hizo agente activo de la unidad alemana y, posteriormente, del pangermanismo. Análogamente, la escuela política francesa –Guizot, Mignet, Thiers– se decantaba por el estudio de las instituciones y de lo específicamente francés.

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