Читать книгу La escritura de la memoria. De los positivismos a los postmodernismos онлайн

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Todo este panorama cambiaría radicalmente, sin embargo, ya a principios del siglo XX, cuando empezó a dejarse sentir en el terreno de la historia un agotamiento de los viejos métodos de la erudición académica profesionalizada del siglo XIX, con sus rígidas pretensiones de objetividad científica. Como punto de partida, la historiografía se enfrentó críticamente con las tres grandes tradiciones intelectuales decimonónicas que tanto habían influido en la historia: el historismus germánico, el positivismo y el marxismo. Cada una de esas tres tradiciones, personificadas por Ranke (1795-1886), Comte (1798-1857) y Marx (1818-1883), se irían proyectando, a lo largo del siglo siguiente, en la hermenéutica, la sociología durkheimiana y weberiana y el materialismo histórico. La historia se convertía desde entonces en una ciencia con objeto propio de conocimiento y quedaba planteado el tema de sus relaciones con las demás ciencias sociales, algunas de las cuales habían quedado seducidas por el historicismo clásico. Superada además la fase en la que la disciplina histórica buscó infructuosamente un lugar entre las ciencias experimentales, es en este período cuando empieza a plantearse su verdadero lugar entre las ciencias humanas y sociales.

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