Читать книгу La escritura de la memoria. De los positivismos a los postmodernismos онлайн

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Estrictamente hablando, el historicismo no sería aquel de la generación posterior a Ranke, sino el que es encarnado por la generación de filósofoshistoriadores de la época de entreguerras.ssss1 Ellos no temen hacer historia desde la filosofía y reaccionan contra los racionalismos historiográficos de la generación alemana finisecular. Leonard Krieger fijó en 1989 el canon de esa generación de historicistas: Croce, Collingwood, Dilthey, Rickert, Troeltsch, Ortega y Spengler. A ellos habría que añadir a los sociólogos Georg Simmel, Max Weber, Émile Durkheim, Karl Mannheim y a los neomarxistas de la escuela de Frankfurt, Herbert Marcuse, Walter Benjamin y Theodor Adorno.

El historicismo se opone, en su acepción más general, al dominio del positivismo, que había sido considerado el humanismo del siglo XIX. Los historicistas intentan crear unas ciencias sociales diversas de las ciencias naturales en las que se originó el positivismo, acentuando el carácter específicamente histórico del hombre.ssss1 Es muy significativo que el mismo término historicismo se implantara de modo peyorativo a principios del siglo XX y se divulgara en cambio como una respetable tendencia historiográfica, en su presente significado, poco después de la Primera Guerra Mundial. El historicismo pasa a convertirse entonces de una historia metafísica a una epistemología histórica. La historia es una proyección en el pasado del pensamiento y de los intereses del presente. Lo que varía entre los historicistas es el sujeto de la historia, que para Spengler es la cultura, para Toynbee las civilizaciones, para Weber la dimensión sociológica del hombre, para Ortega la dimensión circunstancial del hombre, para Croce la dimensión contemporánea de la historia, para Collingwood la capacidad imaginativa del hombre y para Troeltsch la totalidad individual.

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