Читать книгу La escritura de la memoria. De los positivismos a los postmodernismos онлайн

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El presentismo es uno de los problemas que más ha preocupado a la historiografía del siglo pasado. John Dewey radicalizó el pensamiento crociano ya en los años treinta: toda historia es necesariamente escrita desde el punto de vista del presente y, por tanto, está siempre basada en lo que es contemporáneamente juzgado como importante en el presente.ssss1 Agnes Heller se preguntaba bastantes años más tarde si el presentismo no sería la verdadera cuestión nuclear de la historiografía: independientemente de que el objeto tratado por el historiador se ubique en el presente o en el pasado, lo importante es si su estudio nos sirve para entender mejor el presente. Cuando Shakespeare relata un acontecimiento pasado en su Julio César, de hecho está narrando un acontecimiento en presente, aunque estrictamente hablando el sujeto de la tragedia haya sido tomado del pasado. La cuestión es si la historiografía puede ser entendida de este modo o no.ssss1

A través de su Storia come pensiero e come azione (1938) el influjo del historicismo crociano se extendió a toda la historiografía occidental. Sin embargo, durante la posguerra italiana hubo una virulenta reacción contra Croce, abanderada por el marxismo y relacionada con la extraordinaria difusión de las ideas de Antonio Gramsci, el mítico redactor de los Quaderni del Carcere, publicados entre 1948 y 1951. Hay entonces una auténtica revolución en la historiografía italiana, basada en una especie de cruzada contra el liberalismo-crociano, la democracia-salvemiana, la historia radical-gobettiana, el socialismo-rousseliano, el reaccionarismo-fascista o las escuelas clericales de la democracia cristiana.ssss1 Con todo, el historicismo crociano sobrevivirá, a medio y largo plazo, a todas estas corrientes, porque se basa en una de las realidades más punzantes de la historiografía actual: las relaciones entre el contexto en que se genera la fuente histórica y el contexto desde el que es articulado el discurso histórico. Las vivencias personales y la formación intelectual del historiador condicionan toda su obra histórica. El mismo historiador debe ser capaz de «integrare il dato storico con la nostra personale psicologia o conoscenza psicologica».ssss1 Todo ello remite, evidentemente, a las nociones del presentismo y del personalismo historiográfico.

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