Читать книгу Las rutas de la seda en la historia de España y Portugal онлайн
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La seda se convirtió en un artículo de lujo imprescindible en Bizancio y, vinculada al color púrpura,ssss1 fue símbolo de poder político y de autoridad esencial en el rígido ceremonial cortesano. También la Iglesia requirió ornamentos e indumentaria de seda que aportaban boato a la liturgia. Estas ricas sedas se convirtieron en poderosas armas políticas del Imperio al ser utilizadas como regalos diplomáticos para reafirmar alianzas con los reinos occidentales. Sirvan como ejemplo la seda imperial de los leones (Schloss Köpenick, Berlín) con una inscripción alusiva al reinado del basileo Romanos y la seda imperial del elefante (Tesoro de la Catedral de Aix-la-Chapelle), regaladas a los emperadores del Sacro Imperio.ssss1
En los siglos XI y XII, como resultado del aumento de la demanda, el cultivo de la morera y la producción de la seda cruda se hicieron muy activos en Bizancio. Los principales centros de producción de seda dentro del Imperio estaban en el Peloponeso, Macedonia y algunas islas del Egeo, porque los centros de cultivo de Siria y el sur de Italia fueron conquistados por turcos y normandos respectivamente.ssss1 La producción se concentró en Constantinopla, Tebas y Corinto, donde junto a los talleres oficiales se incrementó el número de establecimientos privados que tejían productos de gran calidad ante la necesidad de abastecer una demanda que iba en aumento. En este periodo las sedas bizantinas llegan a Occidente en mayores proporciones a través del comercio mediterráneo. Bizancio concedió concesiones comerciales a las potencias marítimas de Venecia, Pisa, Génova y Amalfi para asegurar, a cambio, la ayuda militar y naval para los territorios bizantinos. Pero los comerciantes italianos no solo ejercieron de intermediarios, sino que desempeñaron un papel importante en la transferencia de tecnología y diseños decorativos, lo que se tradujo en el nacimiento de la industria textil italiana.ssss1