Читать книгу Las rutas de la seda en la historia de España y Portugal онлайн

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Desde entonces las rutas de la seda, además de llevar mercancías y técnicas, transportaron también ideologías y religiones, en un trasiego complejo de formas y estilos artísticos, modas y costumbres. Mientras tanto, a partir del siglo XIV, con la llegada al poder de la dinastía Ming en China, las rutas marítimas de la seda comenzaron a tener un mayor protagonismo frente a las caravanas terrestres, que quedaron reducidas a un número pequeño de intercambios. Y hubo un giro importante en los itinerarios comerciales de la seda mirando al Pacífico. Las islas Filipinas fueron avistadas por la expedición de Hernando de Magallanes en 1521 y cuarenta años después conquistadas y colonizadas por España. El protagonista de esta empresa fue Miguel López de Legazpi, nombrado primer gobernador del lejano archipiélago, que descubrió la ruta de regreso a México en 1565 y fundó Manila en 1571. Con el hallazgo de ese viaje de ida y vuelta entre Asia y América se inició el comercio regular entre ambas orillas del inmenso océano. Cientos de galeones partieron del puerto de Manila rumbo a México transportando la seda de China para regresar cargados de plata americana. El Pacífico en época moderna se convirtió así en un océano de seda y plata, como reza el título de un libro recientemente editado por Salvador Bernabéu y Carlos Martínez Shaw (Un océano de seda y plata: el universo económico del Galeón de Manila, Sevilla, 2016). De ese modo la ruta alcanzó por fin América y las cortes virreinales pudieron utilizar los géneros de seda con mayor profusión para remarcar su poder y la preeminencia social de sus élites. Asia, Europa y América quedaron conectadas por el negocio de la seda.

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