Читать книгу Ser padre con san José. Breve guía del aventurero de los tiempos posmodernos онлайн

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En ese caso ¿se puede hablar solamente de una paternidad legal, la que se deriva del reconocimiento de un niño en el registro civil? El hecho es que lo que establece esa paternidad no es la mera voluntad de José ni los tribunales humanos, sino la voluntad divina.

7. El ángel del Señor le anuncia: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús (Mt 1, 20-21). El Mesías procede enteramente del Espíritu Santo y, aunque nace de María, no procede más de ella que de José, porque entrar en la humanidad implica un padre y una madre, concierne a la vez a la carne y a la palabra.

Para contentar a quienes lo fían todo a la genética, se podría plantear la pregunta: ¿de dónde procede el cromosoma Y de Jesús? El Espíritu Santo no tiene ADN. En esta concepción milagrosa Dios pudo perfectamente haber formado a Jesús añadiendo a los gametos de María los de su esposo sin que existiera unión sexual. Pero esta reducción de la paternidad a un mero hecho genético nos desviaría de lo esencial. Si Jesús toma carne en María, el nombre lo toma de José. La encarnación del Verbo es también su inscripción dentro de una genealogía; y esa genealogía con la que se abre el Nuevo Testamento, la del carpintero descendiente de David, de Judá y de Abrahán, no es falsa. Una y otra, la encarnación y la inscripción, constituyen la entrada del niño en la realidad humana.

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