Читать книгу Ser padre con san José. Breve guía del aventurero de los tiempos posmodernos онлайн

16 страница из 49

Ninguna de estas cosas es desdeñable. Saber hacer papiroflexia con la hoja dominical puede ser un modo muy hábil de mantener quieto a un niño en la iglesia. Pero, desde que el mundo está en llamas, el reto no consiste por encima de todo en saber qué tipo de velas colocarle a la tarta. Cuando la tierra tiembla, para ser viril no basta con hacer flexiones.

10. Vienen días en que se dirá: «Dichosas las estériles y los vientres que no engendraron y los pechos que no amamantaron» (Lc 23, 29). Antes de esos días, lo más frecuente era convertirse en padre por sorpresa. La mujer te arrancaba de tus iniciativas emprendedoras para arrastrarte hasta su deseo de un hijo. Hoy, cuando la crónica de un desastre anunciado nos encoge las entrañas, ese deseo tiende a extinguirse y a menudo le toca al hombre, con su confianza contagiosa, reavivarlo. Pero ¿cómo? La mujer del Apocalipsis da a luz ante las fauces del Dragón (Ap 12, 4). San Juan no nos describe la actitud del hombre a su lado.

Según la visión antigua y tradicional de las cosas, se dice que la mujer da la vida y el hombre da la muerte. Ella es la matriz, él el defensor, pero también el guerrero y el sacerdote que celebra el sacrificio. En la Virgen María, no obstante, nos encontramos ante el único caso en que la muerte la da esencialmente la mujer (para que a todos se nos dé la vida). En su Comentario al evangelio de san Juan, santo Tomás de Aquino comenta la respuesta de Jesús en las bodas de Caná: «A su madre, que le pide un milagro, le contesta: “Mujer, ¿qué hay entre tú y yo?”, como diciendo: “Lo que hay en mí que hace milagros no lo he recibido de ti; pero lo que me hace capaz de sufrir, la naturaleza humana, sí la he recibido de ti; por eso te reconoceré cuando esa debilidad esté colgando en la cruz”». El Hijo eterno es la Vida (Jn 14, 6). Al permitirle tomar carne, María hace de la Vida un mortal.

Правообладателям