Читать книгу Ser padre con san José. Breve guía del aventurero de los tiempos posmodernos онлайн

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3. Si los miramos más de cerca, esos antepasados no son muy recomendables. Hay algunas excepciones, pero en conjunto ser hijo de Goebbels o de Stalin sería motivo de vanaglorias prácticamente semejantes (por otra parte, Goebbels y Stalin también llevaban por nombre José). Ahí está David, sin duda. A lo largo de la sucesión de reyes de Judá, cuando el Señor soluciona las cosas, suele hacerlo en consideración a David. Aun así, en la genealogía de José, David aparece como adúltero y asesino. El evangelista nos recuerda que engendró a Salomón de la mujer de Urías (Mt 1, 6). Mientras Urías pelea por David, este se acuesta con su mujer y, acto seguido, ordena el asesinato de su fiel soldado, maquillándolo de muerte en combate.

Tampoco es que el sabio Salomón, escamoteado en la genealogía según Lucas, se muestre más comedido. Yerno de un faraón, henchido de orgullo por haber edificado un templo a modo de superpirámide, gozó de salud suficiente para tomar a setecientas esposas principescas y a trescientas concubinas. En su juventud pide al Eterno un corazón dócil (1R 3, 9). Cuando Salomón llegó a la ancianidad, ellas [sus mujeres] inclinaron su corazón tras dioses extraños (1R 11, 4). Construye santuarios en honor de Camós, «ídolo de Moab», y de Milcom, «ídolo de los amonitas». Al final se acaba descubriendo el pastel: todos sus espléndidos edificios han impuesto un pesado yugo a sus súbdi­tos. Restaurar la esclavitud con vistas a la construcción del Templo trae consigo el cisma de Israel, su división en dos reinos fratricidas (aunque bien es cierto que el propio Salomón inició su reinado ordenando matar a su hermanastro mayor Adonías pese a los ruegos de Betsabé).

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