Читать книгу Mentiras que no te conté онлайн

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Siguiendo las instrucciones de Siri deshago el amarre y lo reorganizo. En una mesita hay una foto de la hermana de la Shivi con su familia. Sale el cachorro de su sobrino. Ni modo. Quito el marco con cuidado, recorto al perrito y lo anudo con los hilos y listones que tenía la foto de Jeoffrey. Cambio las hierbas de la piedrita por orégano y albahaca. Reemplazo el post it usado por Carola por un pedazo de papel en blanco. Pongo el atado en su lugar y me guardo las cosas que quité para tirarlas de camino al trabajo. Para ganar tiempo, encuentro un perro en una revista y lo acomodo en el marco. Muy apenas pero sí da el gatazo.

Me siento como una detective investigadora científica de lo paranormal.

Estoy realmente orgullosa de mi proeza, checo que todo esté en orden y apago la luz. Despreocupada, relajada, por fin sin el peso del agobio, salgo del cuarto solo para chocar con la Shivi, que ha estado parada aquí no sé desde hace cuánto.

Me fulmina un pensamiento. Los Sikuákuas lo saben.

Cuando alguien conspira contra ellos, lo saben.

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