Читать книгу Arte y agencia. Una teoría antropológica онлайн
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Las potencialidades analíticas de Arte y agencia son evidentes y se encuentran hoy en plena expansión.ssss1 Las inquietudes planteadas por Gell hace casi veinte años hoy son retomadas por especialistas de regiones etnográficas como la amazonia o estudiosos de expresiones como la música, áreas geográficas y temas que no habían sido contemplados en la obra del autor.ssss1 La gran abundancia de materiales etnográficos recogidos recientemente por los etnólogos o las colecciones sudamericanas reunidas en museos de las Américas y Europa en el siglo XIX por figuras como Erland Nordenskiold, Alfred Métraux o Karl von den Steinen, no el de las Islas Marquesas citado por Gell sino el de la expedición a Amazonia, las urnas funerarias de los Valles Calchaquíes, los exvotos peninsulares, los tatuajes y las máscaras de los indígenas del Chaco, las pinturas murales de la colonia, o el arte rupestre que tapiza la cordillera de los Andes, desafían las ambiciones teóricas de este modelo de análisis.
El lector encontrará en la teoría de Gell referencias explícitas tanto a la obra de otros antropólogos contemporáneos como Nancy Munn, Pascal Boyer, Roy Wagner, Marilyn Strathern, Nicholas Thomas y Suzanne Küchler, historiadores del arte como David Freedberg, o filósofos como Husserl y Bergson. Pero la obra también resulta atractiva por sus resonancias implícitas, podríamos decir anticipadas, con otros autores que hoy ejercen gran influencia en el pensamiento antropológico y social. En ciertos pasajes de Arte y agencia es posible identificar analogías con el perspectivismo de Viveiros de Castro, las ontologías de Philippe Descola, las líneas de Tim Ingold, las similitudes de Hans Belting, las quimeras de Carlo Severi, las temporalidades de George Kubler, los anacronismos de Didi-Huberman, o las supervivencias de Aby Warburg, por mencionar solo algunas. Estas analogías podrán parecer arbitrarias, hasta caprichosas, pero es interesante sugerirlas como objeto de posible controversia, algo que el propio Alfred Gell hubiera recibido con gusto.