Читать книгу Arte y agencia. Una teoría antropológica онлайн
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–Un principio es que hasta el «ojo» del experto con más talento natural no está desnudo, sino que ve el arte por la lente de una educación cultural de Occidente.
–El otro es que muchos primitivos –artistas y críticos incluidos– también poseen un «ojo» valorador condicionado por un aparato óptico que refleja su propia cultura.
En el marco de ambos principios, la contextualización antropológica no representa un análisis tedioso de las costumbres exóticas que se opone a la «experiencia estética» verdadera, sino una vía para expandir tal experiencia más allá de nuestras estrechas miras, limitadas por la cultura. Si aceptamos que las obras de arte primitivo son dignas de representarse junto con las de los artistas más distinguidos de nuestras propias sociedades (…), nuestra siguiente tarea es reconocer la existencia y legitimidad de los marcos estéticos dentro de los que se crearon tales obras (Price 1989: 92-93).
Esta posición es perfectamente coherente con la íntima relación entre la historia del arte y la teoría del arte en Occidente. Existe una analogía evidente entre la estética específica a la cultura y la específica a la época. Los teóricos del arte como Baxandall (1972) han mostrado que la recepción del arte de determinados periodos de tiempo en la historia de Occidente dependía de cómo se «veía» el arte en ese momento, y que las «formas de ver» cambian con el tiempo. Para apreciar el arte de un periodo histórico particular, tendríamos que recuperar la forma de ver que los artistas de ese momento suponían en su público, proceso al que contribuye el historiador del arte aduciendo el contexto histórico. Se podría llegar a la conclusión razonable de que la antropología del arte tiene un objetivo más o menos similar, pero lo que hay que elucidar es la «forma de ver» de un sistema cultural más que un periodo histórico.