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1.4. La silueta de una teoría antropológica

Mi conclusión actual afirma que la teoría antropológica del arte es aquella que se «parece» a una teoría antropológica y en la cual las obras de arte figuran como elementos relacionados cuyos vínculos se describen en la teoría. Sin embargo, ¿a qué se parecen las teorías «antropológicas»? ¿Es verdaderamente posible delinear la forma de una teoría antropológica en contraposición a cualquier otro tipo de teoría? Tal vez no, pues la antropología es un culto muy amplio y solo guarda diferencias muy ambiguas con respecto de otras disciplinas como la sociología, la historia, la geografía social, la psicología social y cognitiva. No me cuesta hacer esta concesión, pero, por otra parte, hemos de considerar eso en lo que sobresalen los antropólogos según el punto de vista de las disciplinas cercanas. Dicho de manera directa, se considera que la antropología es excelente en ofrecer ricos análisis sobre conductas, actuaciones, aseveraciones, etc., en apariencia irracionales (el problema de «mi hermano es un loro verde»: Sperber 1985; Hollis 1970). Ya que casi todas las conductas son «en apariencia irracionales» desde el punto de vista de alguien, la antropología tiene el futuro asegurado. ¿Cómo resuelven los antropólogos los problemas sobre la supuesta irracionalidad de la conducta humana? Localizándola o contextualizándola no en la «cultura», que es una abstracción, sino en la dinámica de la interacción social. En efecto, la conducta puede venir condicionada por la «cultura», pero es mejor considerarla un proceso o una dialéctica reales que se desarrollan en el tiempo. Sobra decir que la antropología comparte la perspectiva para interpretar la conducta social con la sociología y la psicología social, por no mencionar otras disciplinas. La antropología difiere porque proporciona una profundidad de análisis que mejor podría describirse como «biográfica». Es decir, la forma en que la antropología ve a los agentes sociales trata de replicar la perspectiva temporal de los propios agentes, mientras que la sociología (histórica) suele ser, por así decirlo, suprabiográfica; y la psicología social y la cognitiva, infrabiográficas. Por tanto, la antropología se centra en el «acto» enmarcado en el contexto de la «vida» (o, siendo más precisos, la «etapa de la vida») del agente. La periodicidad fundamental de la antropología es el ciclo vital. Esta perspectiva temporal –la fidelidad a lo biográfico– dicta lo cerca y lo lejos que ha de posicionarse el antropólogo respecto del tema. Si estudia, por ejemplo, la cognición en la microescala típica de gran parte de la psicología cognitiva de laboratorio, se pierde la perspectiva biográfica, por lo que el antropólogo, a todos los efectos, solo está practicando psicología cognitiva. Por el contrario, si la perspectiva del antropólogo se extiende a un punto tal, que el ritmo biográfico del «ciclo vital» ya no delimita el alcance de su discurso, entonces estudia historia o sociología.

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