Читать книгу La Unión Europea. Historia de un éxito tras las catástrofes del siglo XX онлайн

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Por ello solo cabe buscar la cooperación entre los actores en liza. El Reino Unido, una vez más, ha echado mano de la «relación especial» con EE. UU., consolidada desde la conclusión de la Segunda Guerra Mundial; el futuro de esta invocación es azaroso, tanto por cuestiones internas, que ya se abordaron en su momento a raíz del Brexit, como por el carácter desusado e impredecible del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

¿Y los demás? El atractivo reaccionario de la nueva Administración norteamericana sin duda alguna atrae a los antiguos socios de la URSS: proliferación de enseñas norteamericanas en las protestas callejeras, proclamas gubernamentales contra la UE, sometimiento alborozado a las reglas inexistentes de mercado, en una palabra, un tránsito breve por la cultura política y social de la UE, con el temor declarado al vecino heredero del imperio soviético, Rusia.

El núcleo más estable, con democracias asentadas, en el resto de la UE, y las propias instituciones de la Unión, entre la perplejidad y la inacción. Los estados, a la espera que escampe el temporal, tímidamente reivindicando las añejas relaciones con la potencia hegemónica ahora discutida por la nueva. Y a la vez manteniendo el empeoramiento de las relaciones con el vecino más inmediato, Rusia, todavía proveedor de energía y socio desconfiado en ciertas estrategias compartidas, como la lucha contra el terrorismo islamista, y relegando a segundo término las relaciones humanas, culturales, que unen a todo el continente, desde el Atlántico hasta los Urales, al menos.


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