Читать книгу La Unión Europea. Historia de un éxito tras las catástrofes del siglo XX онлайн
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El contencioso belga, sin alcanzar los niveles de crueldad del conflicto irlandés, ha exigido una reforma constitucional de envergadura, sustituyendo las estructuras unitaristas del Reino de Bélgica por una federación con competencias ampliamente reconocidas, que alcanzan incluso a la misma estructura institucional de la UE, como fue el rechazo de la comunidad federada valona al Tratado UE-Canadá, el conocido como CETA, o lo que es lo mismo, ejerciendo un derecho de veto equivalente a cualquiera de los estados miembros.
La pacífica secesión de Chequia y Eslovaquia, siendo el estado miembro inicial la República de Checoslovaquia, no deja de ser un ejemplo insólito atendiendo a la proclividad de los conflictos nacionalistas en el seno de la propia UE.
En otros espacios más cercanos, el desarrollo de los nacionalismos en España ha tenido una incidencia cierta tanto en el interior del Estado como en relación con la práctica política institucional de la UE. La violencia del conflicto vasco, y su evolución hacia formas pacíficas de ejercicio de la política, constituye un elemento que considerar aunque esté lejos de ser resuelto en ausencia de voluntad de conclusión. De una manera pacífica el proceso político desencadenado en Cataluña cuestiona los propios fundamentos de los comportamientos políticos por parte del Estado. En ambos casos el desprecio por el compromiso no presagia una solución dialogada, política, porque de alguna manera, y aunque lo nieguen algunos, se trata del choque de dos nacionalismos, y ello sirve tanto para Euskadi como para Cataluña: los nacionalismos catalán y vasco, y el nacionalismo español.