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Pero si la música no tiene género per se, ¿por qué hablamos de una óptica femenina? Porque lo que sí puede tener género es todo lo que rodea a la creación: fuentes de inspiración, textos, vivencias, contexto histórico, circunstancias vitales, políticas, visibilidad de la producción, destinatarios de las obras, valoración académica y un largo etcétera. Como veremos, lo que podría definir la música de mujeres es, paradójicamente, extramusical.

3. ¿Se refleja la «manera de hacer» de las mujeres en su música?

3.1. Antecedentes

Las mujeres hemos tenido que soportar a lo largo de la historia un pensamiento patriarcal que en el campo del arte y concretamente de la música ha minusvalorado y en ocasiones despreciado nuestra producción solo por ser mujeres. Las pocas que consiguieron componer fueron mujeres en buena situación económica o rodeadas de un ambiente musical, a las que «sus hombres» –padres, maridos, hermanos– permitieron, como si de un juego más se tratara, tontear con la música. Ahí tenemos, por citar solo a algunas, a Safo de Mitilene, siglo V a. C.; Kassia, siglo I; Hildegard Von Bingen, siglo II; las trobairitz de la Corte Occitana, siglo XIII; Francesca Caccini, siglo XVI; Barbara Strozzi, siglo XVII; Maria Theresa von Paradis, siglo XVIII; Alma Mahler y Clara Wieck –Schumann–, siglo XIX… Todas ellas persistieron en su deseo de expresarse a través de la música y dejaron un importante legado tanto en cantidad como en calidad. Para ilustrar ese muro que suponía el pensamiento patriarcal, me gustaría rescatar dos perlas que nos dejó la historia:

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