Читать книгу Música, mujeres y educación.. Composición, investigación y docencia онлайн

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Para ti [la música] solo puede y debe ser un ornamento. Te debes preparar con más presteza e interés para tu verdadera llamada, la única vocación para una jovencita. Quiero decir el estado de ama de casa […] La música debería ser un acabado, un adorno y nunca una carrera para las mujeres (Hensel, 1882).2

La mujer vuela a ras de tierra, sin que sus alas le permitan remontarse alto, para crear una obra de arte en que el artista debe elevarse a regiones inaccesibles, como suben las águilas. Sin embargo, ¿estas eruditas son realmente mujeres? Yo estoy por dudarlo, pues a fuerza de estudios empiezan a secarse, y ya pálidas y macilentas, con los sempiternos lentes y los enormes cartapacios llenos de partituras con anotaciones, más parecen escribanos que representantes del bello sexo (Turina, 1914).

Ya en el siglo XX, con el movimiento feminista en su apogeo –y a pesar de la opinión de Turina–, encontramos a compositoras algo más valoradas: Cécile Chaminade, Germaine Tailleferre, Lili y Nadia Boulanger, Sofía Gobaidulina, Kaija Saariaho… y sin embargo no es habitual ver y escuchar a estas autoras en las programaciones ni de conservatorios ni de salas de conciertos.

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