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Figura 1.2: Grieta en una pared de mampostería (panel superior) y falla en capas sedimentarias (panel inferior; los bancos gruesos a ambos lados de la falla originalmente estaban unidos).

La superficie de una falla es plana a suavemente curva, e inclina usualmente entre 20º y 90º respecto de la superficie terrestre. El largo de la superficie de falla, medido paralelo a la superficie terrestre, puede alcanzar varias decenas de kilómetros; la traza de la falla de Guasayán, en el oeste de la provincia de Santiago del Estero, mide unos 100 kilómetros de largo. La dimensión de los planos de falla en profundidad suele ser menor; 10 a 30 kilómetros es una medida común. Aunque los planos de falla son extensos, la ruptura que da lugar a un sismo por lo general ocupa una pequeña porción de la superficie de falla, en el orden de decenas a centenas de kilómetros cuadrados. La zona de fractura se denomina foco sísmico, o hipocentro. La proyección del foco sísmico en dirección perpendicular a la superficie terrestre se denomina epicentro. La Figura 1.3 esquematiza una falla e indica la ubicación del foco (óvalo oscuro) y del epicentro (óvalo en verde). Quienes tengan interés en conocer más sobre el plano de ruptura pueden leer el recuadro que sigue. El desplazamiento sobre el plano de falla puede ocurrir en sentido vertical, horizontal o en direcciones intermedias. Según sea el movimiento relativo de los bloques una falla se clasifica como normal, inversa o transcurrente.

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