Читать книгу Fenomenología de la experiencia estética онлайн

110 страница из 189

8. Cfr. los cuatro testimonios convergentes aportados por Georges Pitoeff, Charles Dullin, Louis Jouvet, Gaston Baty al principio del libro citado de Gouhier.

9. El ejecutante es, en estos casos, un artista, título que si no merece el maquinista sí que reivindica el actor. Sin embargo, este sigue siendo un ejecutante, un intérprete al servicio de la obra, aunque en el interior de tal obra sí que sea un creador. Esto plantea un nuevo problema que de momento nos reservamos: el de la unidad de la obra cuando implica la colaboración de diferentes artes y la necesidad de introducir una jerarquía entre las diversas aportaciones, sometiéndolas a una especie de «maestro de obras».

10. Esto plantea un problema: cuando se quiere adaptar una novela o un drama al cine, ¿el autor del texto no es acaso al verdadero autor a partir del cual el autor de cine se convierte en ejecutante, como el director de escena en el teatro? No, a menos que la película en el fondo no sea más que un fiasco; pero si, precisamente, la obra ha sido realmente adaptada, se tratará de una obra nueva, cuyo director debe y puede reivindicar su paternidad. Incluso aunque permanezca fiel a la obra literaria, ya que construye una obra nueva con medios nuevos: entre ambas obras puede haber parentesco, pero no subordinación.

Правообладателям