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Para terminar, podemos proponer que la tarea fundamental de la cosmohistoria contemporánea es reconstruir esos “territorios comunes”, siempre precarios y cambiantes, que han construido las cosmohistorias previamente existentes, por medio de enfrentamientos violentos, diálogos ambiguos y negociaciones intrincadas. En estos espacios compartidos, sean crónicas alfabéticas, historias visuales, tradiciones orales o formas rituales, se generan nuevas “verdades” que sirven como puente entre las tradiciones históricas distintas, con sus cronotopos, sus formas diferentes de ser humano y no humano y de concebir a los actores. Estas obras “coloniales” resultan siempre difíciles de clasificar, y más aún si se pretende hacerlo únicamente a partir del origen étnico de sus autores (Navarrete 2007b), porque no pertenecían ni pertenecen plenamente a los mundos históricos que participaron en su elaboración, sino que escaparon y siguen escapando a sus confines, o más bien, los han extendido hasta territorios en que pueden convivir, ser compatibles, sobrevivir con los mundos históricos dominantes, impuestos por el colonialismo. Por ello, los define también el “equívoco” (Viveiros de Castro 2010), una operación cosmopolítica que permite construir verdades compartidas, y funcionales entre los mundos históricos, pese a, y por medio de, desacuerdos profundos, de malentendidos deliberados, o involuntarios, de “malas” interpretaciones y de omisiones (De la Cadena 2010). Pero no todos los elementos de cada mundo entran en juego en estas negociaciones: José Rabasa ha definido estos espacios que permanecen inalcanzables como “elsewheres” (otros lugares) y ha propuesto que ellos marcan también un límite ético para nuestro conocimiento, criticando la violencia colonialista que implica querer develar aquellas “verdades históricas” que no nos han sido reveladas (Rabasa 2011). Esta advertencia nunca debe ser olvidada por la cosmohistoria: no se trata de buscar la “verdad histórica” objetiva o última más allá, antes o después de las negociaciones cosmopolíticas, sino de comprender cómo se construyen las limitadas y precarias verdades entre mundos diferentes.