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UNA RECONQUISTA BAJO EL SIGNO DE UN AFÁN INVESTIGADOR : ASÍ MURIÓ FRANCO (Carlos Estévez, 1994)

En paralelo al proceso de democratización, empezó a emerger una memoria alternativa del acontecimiento, fundamentada en el deseo de conocer la verdad, más allá de la imagen «congelada» por el discurso oficial del franquismo. Numerosos escritos emprendieron la tarea de poner al descubierto paso a paso lo que había sido mantenido en secreto por las autoridades, empezando con el testimonio de varios de los médicos que habían cuidado a Franco, tanto antes como durante su última enfermedad, desde el año siguiente de su fallecimiento, en 1976, con el libro del cirujano Manuel Hidalgo Huerta Cómo y por qué operé a Franco (Madrid, Garsi, 1976), seguido en 1980 por el del doctor Vicente Pozuelo, Los 476 últimos días de Franco (Barcelona, Planeta, 1980), o, en 1981, el del doctor Vicente Gil, Cuarenta años junto a Franco (Barcelona, Planeta, 1981). Aunque la perspectiva de los médicos distaba de ser crítica hacia la figura del Caudillo, a quien habían servido fielmente, y no decía obviamente toda la verdad, el mero hecho de desvelar los entresijos de la agonía de Franco suponía una ruptura con el discurso oficial al imponer el «cuerpo natural» contra el «cuerpo político». Más allá del equipo médico, se volvía obstinadamente sobre la cuestión de la muerte del Caudillo, como por ejemplo en ese libro con un título elocuente, escrito por dos periodistas, Javier Figuero y Luis Herrero, La muerte de Franco jamás contada: diez años después, una crónica de la agonía y muerte de Franco, entre el primero de octubre y el 10 de diciembre de 1975.ssss1

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