Читать книгу Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Edad Contemporánea - Siglo XX онлайн

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En un primer momento, la sucesión así dispuesta en favor de Felipe V (1700-46) es reconocida en España y en Europa sin mayores problemas. Pero cuando Luis XIV reclama –pretexta– que ya no está obligado a cumplir tal condición y que a la corona francesa le asiste el derecho en un futuro no lejano de que pase España y su aún inmenso imperio a dominio francés, estalla la guerra internacional. La gran coalición antifrancesa, liderada por Inglaterra, vence tras larga y extenuante contienda. “La hegemonía de Francia en Occidente –concluye Vicens Vives– había hallado su fin”32.

Pugna con Francia en el XVIII y hasta la caída de Napoleón en 1815

Durante el XVIII, la fuerte unidad ideológica –la del común pensamiento ilustrado– que impera en las cancillerías y cuadros de gobierno de las naciones europeas no es óbice para que se sucedan las guerras entre ellas. Cada una tiene su propia razón de Estado, y la defenderá con las armas en no pocas ocasiones. Desaparecida la unidad de la Cristiandad medieval –pérdida oficialmente confirmada por la diplomacia internacional en los tratados de Westfalia (1648), y no por los papas– prevalecen los secularizados intereses de cada Estado. Se forman así a lo largo del XVIII diversas coaliciones armadas según los intereses y circunstancias de cada Estado, aunque nunca militando en un mismo bando Francia e Inglaterra, contrarias por su litigio por la hegemonía mundial; ni Prusia y Austria, por su común aspiración al futuro liderazgo del mundo germánico unido33.

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