Читать книгу Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Edad Contemporánea - Siglo XX онлайн

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La política gala, pese a la derrota en la Guerra de Sucesión española, se resiste a ceder la primacía al vencedor británico, y de nuevo vuelve a perder en luchas extendidas ya a tres continentes; sobre todo, en la Guerra de Siete Años (1756-63) por la que el Canadá y la India pasan de Francia a Inglaterra34; y finalmente, en el fracasado empeño de Napoleón Bonaparte (1799-1815) por hacerse el árbitro del globo35.

La creación del Imperio Británico

Durante el siglo XIX, entre el Congreso de Viena (1815) y el Congreso de Berlín (1878), Europa, y sobre todo Francia e Inglaterra, se hacen presentes como nunca en el orbe entero. A las exploraciones de los lugares más recónditos e inhóspitos por misioneros, sabios geógrafos y arriesgados aventureros, les suceden pronto distintas emigraciones, tanto de colonos en busca de trabajo como de comerciantes que aportan técnica y capitales, apoyados por sus respectivos gobiernos con toda suerte de recursos, incluidos los de las armas.

A un tiempo se conjugan objetivos económicos y políticos; algunos, del todo amorales (como el entonces recrecido tráfico de esclavos). No obstante, pese a las graves lacras de aquellas colonizaciones, las naciones de vieja raíz cristiana del Occidente europeo realizan entonces por el orbe entero, sobre todo a partir de los años 1870, una extraordinaria obra evangelizadora36 y civilizadora37. Aunque, pese a la heroica labor de los misioneros, la llegada entonces a África y a Asia de las naciones de Occidente ya no es en un contexto de vigor de fe como el aportado en el siglo del XVI por España y Portugal que llevó a la pronta y plena asimilación de los pueblos de Iberoamérica y de Filipinas (salvo en parte de Mindanao, adonde había llegado antes el Islam).

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