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Para entender bien este proceso la gráfica del crecimiento de la población universitaria desde la primera década del siglo XX explica con contundencia las nuevas exigencias de la institución universitaria y la necesidad de nuevos edificios. En 1900 todo el alumnado sumaba 1.333 hombres, y ni una sola mujer. En las antesalas de la República, en 1927 ya hay 75 mujeres entre los 1.879 matriculados. Pero el gran incremento se produce en la década de 1960-70: 11.370 estudiantes (2.720 mujeres) en 1969, y 15.317 (4.561) en 1973. Así, en 1970 cuando se inaugura la nueva facultad de filosofía y letras, proyectada en su inicio (1959) para 500 estudiantes, había de cobijar a 3.200 estudiantes. Pero lo más significativo no era tanto, que también, el número como la calidad de los estudiantes. Baldó llama a aquella generación la de los estudiantes con inquietudes, consumados lectores y con una comprometida preocupación por la sociedad que les rodeaba. Es el momento de la creación de las revistas como Diàleg (1961), Claustro, órgano del SEU, etc.

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