Читать книгу Si tuviera que volver a empezar.... Memorias (1934-2004) онлайн
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Al llegar a la División todos estaban durmiendo y al despertar a algunos oficiales nadie sabía nada de la actuación de estos hombres y, con el ajetreo que se armó, de improviso salió un capitán a medio vestir que llevaba el símbolo de graduado en Estado Mayor. En efecto, era el jefe de Estado Mayor de la División. Cuando él apareció me llamó la atención que el comandante jefe de operaciones y un capitán que le estaban replicando a Esteban con altivez y vehemencia –factores que no amilanaban la posición y criterio de mi compañero–, ipso facto al ver al jefe del Estado Mayor dejaron de hablar en seco. El capitán dirigiéndose al teniente Esteban preguntó qué es lo que estaba ocurriendo y al ponerle al corriente solicitó se presentase inmediatamente el oficial que tenía orden de detenerme. Al presentarse este oficial le preguntó quién había firmado la orden y le replicó que se la había dado por teléfono el propio teniente coronel vivancos, desde la Seu d’Urgell. Este capitán seguidamente me dijo que como faltaban pocas horas para amanecer, fuese a descansar a la centralita telefónica y que por la mañana y en su coche, él mismo me acompañaría a la presencia del jefe de la unidad.