Читать книгу Si tuviera que volver a empezar.... Memorias (1934-2004) онлайн

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En la explanada exterior, antes de llegar al edificio había unas largas zanjas que seguramente en la lucha hicieron función de trincheras y estaban repletas de cadáveres. Ya en el Seminario destrozado, quedaban a partir del primer piso unos murallones que se mantenían en pie por puro capricho arquitectónico. Los escombros de todo tipo de materiales dificultaban el andar. Se nos apareció una escalera de piedra que accedía al primer piso. Al subir esta escalera, sentados y tumbados en los escalones de la misma, se confundían muertos y heridos. Bajo los efectos de la visión que estaba contemplando, inesperadamente, un herido que estaba en el suelo me cogió con ambos brazos una de mis piernas, solicitándome agua y auxilio. Por lo que le quedaba de uniforme deduje se trataba de un guardia civil y tenía una pierna totalmente destrozada. No le mentí al decirle que sería socorrido de inmediato, ya que detrás, y a simple vista, se veía que llegaban soldados de Sanidad Militar. Aunque el frío palía los malos olores, percibimos un hedor insoportable que se iba acentuando a medida que nos acercábamos a un corredor, al que abocaban múltiples habitaciones muy deterioradas. En una de ellas y desde el pasillo-corredor vimos reunidos a jefes y oficiales de ambos bandos. Alcanzamos una amplia escalera que por su altura dedujimos que descendería al sótano. En efecto, se trataba de un salón inmenso con columnas adosadas a los muros y otras por el centro de la sala. Circundando todo este inmenso local, cada una de las columnas centrales, constituían bancos de piedra. Todos estaban totalmente ocupados por niños, mujeres y ancianos apretujados. El silencio, inverosímil por la presencia de muchos niños, era sepulcral. La palidez de sus caras impresionaba y en algunas personas los ojos estaban cerrados, gesto tan alarmante que llegamos a la conclusión de que estaban muertas. Y así era. Inmediatamente salimos para comunicar la urgencia de asistencia a estas personas y para que la Cruz Roja les atendiese adecuadamente. Tras esta impresionante imagen, poco nos importó dónde estaba situada la emisora que había originado nuestra visita.


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