Читать книгу Si tuviera que volver a empezar.... Memorias (1934-2004) онлайн

114 страница из 121

De este modo mis hombres se portaron dignamente, e independiente de su modo de pensar ideológico, siempre les habrá quedado en su fuero interno en el transcurrir de los años, la satisfacción de haber sido fieles a la bandera republicana a la que habían prometido fidelidad. Creo sinceramente que todos mis hombres me apreciaban y me lo demostraron en muchas ocasiones cuando surgieron incidencias como consecuencia de nuestra labor en el frente, con frecuentes tempestades de nieve que originaban muchísimas averías en nuestras líneas telefónicas. En muchas ocasiones y por la noche se tenía que movilizar mucho personal para estas reparaciones y era frecuente regresar un grupo de hombres y tener que salir inmediatamente para otras averías. En estos casos no daba órdenes y lo pedía por favor, incluso a veces yo mismo les acompañaba en contra de su voluntad. El delegado político de la Compañía, Ramón Calpe, fue un excelente combatiente y en él tuve un admirable colaborador. Desde un principio, al llegar al frente, les obligué a que me tuteasen y esta confianza en ningún momento alteró el respeto que me debían. Otro detalle significativo consistió en interesarme por la marcha pesada que tuvimos que soportar desde La Seu d’Urgell hasta puigcerdà. Yo disponía de un caballo y este siempre iba cabalgado por alguno de mis soldados y a veces dos, según el agotamiento de algunos, independiente de maletas y macutos. Me viene ahora a la memoria cómo pude tener un caballo.


Правообладателям