Читать книгу Si tuviera que volver a empezar.... Memorias (1934-2004) онлайн

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Un último aspecto que caracterizó a mi padre era su confianza y admiración por la juventud. Ese cariño fue una constante de su vida, pero se hizo más evidente al ir creciendo sus nietos, con los que disfrutaba y se preocupaba de inculcarles los valores que hay que defender, sobre todo la amistad, el respeto y la honestidad y todas las cosas por las que merece la pena luchar. No es de extrañar pues que no perdiese ocasión de conversar con los jóvenes, en cualquier situación, bien fuese en algún acto cultural, en una charla de un instituto, cuando acudían a las tertulias para recoger datos para la memoria histórica o en cualquier conversación improvisada, en cualquiera de las manifestaciones reivindicativas a las que, formando parte del colectivo de la FUE asistía, fuese el primero de mayo, el 14 de abril, el «no a la guerra»… y tantas otras a las que nunca faltaban y en las que era emotivo ver concentrados bajo la enseña republicana a ese grupo de luchadores, la mayoría octogenarios, manteniendo la misma ilusión que nunca les abandonó. Disfrutaba con los jóvenes y les hacía disfrutar con su afabilidad y admiración que, por evidente y sincera, siempre era reconocida por ellos a pesar de la diferencia de edad. Además era capaz de transmitir su optimismo ante cualquier manifestación de desánimo o indiferencia, defendiendo la necesidad de mantener la dignidad como personas por encima de todo.


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